Una hija de María debe imitar sus virtudes
I. El amor, hija mía, aspira a la imitación. Por eso, si verdaderamente amas a la Virgen María, debes esforzarte por imitar sus virtudes y conformar tu vida con la suya. De otra manera, ¿cómo podría reconocerte tu Santa Madre como hija, si en tu proceder no te pareces a ella? ¿Ves cómo los niños pequeños tratan de imitar todos los modos y acciones de sus madres? Así, tu Madre espiritual, la bienaventurada Virgen, desea ardientemente que la imites en sus virtudes y santidad. ¡Oh, con cuánta complacencia te mirará si todos los días trabajas por imitarla en tus pensamientos, palabras, afectos y en todo tu proceder! ¡Qué dulce consuelo para su corazón maternal, ver que cada día creces en gracia ante Dios y ante los hombres! ¡Con cuánta ternura te amará si por todas partes esparces el perfume de sus celestiales virtudes transplantadas en ti! Esta es, hija mía, la mejor manera de honrar a María: y esta honra, ella la prefiere a todos los elogios que tus labios puedan darle; porque la gloria de María es principalmente la virtud y la bondad de sus hijos. Si deseas que María acepte tus alabanzas, haz brillar ante los hombres la luz de tus virtudes, para que, viendo tus buenas obras, glorifiquen a tu Madre que está en el cielo; y entonces ten por seguro que ella te reconocerá ante Dios como su hija, que te amará y escuchará tus oraciones.
II. No solo a María le serás querida si te entregas a la imitación de sus virtudes, sino también a mí de manera particular. Al elegir a María como Madre, no busqué esos bienes aparentes que el mundo estima, sino una alma adornada con todas las virtudes. Por lo tanto, cuanto más te parezcas a ella en virtudes, más serás querida por mí. Y si también a ti te la di por Madre, fue para que la imitaras como ella me imitó; porque no hay nada más poderoso que el ejemplo de una Madre. Por eso, hija mía, ya que tienes la dicha de tener por Madre a la más santa y pura de todas las criaturas, ¿por qué no habrías de esforzarte por imitarla y volverte, en lo que esté en ti, perfecta como tu Madre es perfecta?
III. ¡Oh, cuántas virtudes no encontrarás en María para imitar! Los otros santos, aunque adornados con todas las virtudes, solo sobresalían en una; por ejemplo, en la humildad, la castidad, la misericordia; y es por esto que la Iglesia los propone especialmente como modelo de esas virtudes que brillaron en ellos con más esplendor: pero María, tu Madre, practicó todas, de la manera más excelente, y tanto que en todas debes tomarla por modelo. Su vida fue tal que en todo puede servirte de ejemplo: en ella aprenderás qué debes reformar, qué debes evitar, qué debes hacer para volverte perfectamente semejante a mí. Por lo tanto, ten siempre la vida de María ante tus ojos, y procura conformar tu vida con la suya. No te desanimes al ver un modelo tan perfecto; porque solo te pido que la imites, en la medida de tus fuerzas, ayudada por mi gracia, que siempre estaré dispuesto a concederte cuando me la pidas por amor de María.
ORACIÓN JACULATORIA
"Atráeme a vos con la fragancia de vuestros suavísimos perfumes."
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