Amor que una hija de María debe tener a Jesús
I. Hija mía, no basta con no contristar a la Santísima Virgen María con el pecado. Si quieres que ella tenga contigo toda la ternura de una Madre hacia su hija, gana su corazón con tu fervor en hacer todo lo que ella desea. ¿Quieres saber qué es lo que más desea María de ti? Es que no solo te abstengas de ofenderme, sino que me ames con el amor más tierno y ardiente. Aquí está, hija mía, lo que ella te pide con insistencia; aquí está lo que principalmente te hará querida por María. Como ella ama a nadie tanto como a mí, no desea más que verme amado por todos. ¿Por qué te ha prevenido con tantos beneficios? ¿Por qué insisto yo mismo tanto en que me ames? ¿No es para atraer tu amor hacia mí? Si María te tiene hoy por su hija, es para que tú seas mi hermana. Por eso, cuanto más unida a mí estés por amor, más serás amada por María. Y ¿podrías negarle a tu Madre algo que te es tan fácil y tan dulce como amarme?
II. ¿Dónde podrás encontrar un ser tan amable como yo? ¿No soy Yo el más bello de los hijos de los hombres, el más suave, el más amoroso? ¿No soy la imagen de Dios y el esplendor de su gloria, donde están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento? ¿No soy la propia bondad, la propia santidad? ¿No soy el objeto de las complacencias eternas de mi divino Padre, las delicias de los ángeles, la felicidad de los santos? Y ¿por qué no habría de ser también el objeto más querido de tu amor, de todas tus afectos? ¿Quién te amó más que Yo? Te amé desde toda la eternidad; vine a la tierra a buscarte, como se busca una oveja descarriada; di todo mi sangre para redimirte; te hice nacer en el seno de mi Iglesia; te llené de todas las gracias; me hice yo mismo tu comida y bebida. ¿Y cuántas veces he dejado de castigarte, pudiendo hacerlo? ¿Cuántas veces no te he llamado y acogido en mi seno? ¿Qué más podría hacer para probarte mi amor? ¡Y tú no querrías amarme! ¡Ah! Hija mía, dame tu corazón; satisface con esto mi deseo y el de María.
III. El amor que te pido debe ser un amor sincero, que no se muestre solo en palabras, sino también en los efectos: en el cuidado de nunca darme deliberadamente el menor motivo de disgusto y en el empeño de hacer en todo mi voluntad. Este amor debe ser supremo, de modo que no ames a nadie más que a mí. Debe ser puro, es decir, no debes amar nada sino por amor a mí y de la manera que quiero que ames. Debe ser ardiente, de modo que, por mi servicio, estés dispuesta a hacer cualquier cosa y trabajes para darme a conocer y amar a todos. Finalmente, debe ser fuerte y generoso, de modo que nada pueda apartarte del cumplimiento de mis preceptos. Si amas así, te prometo que tendré contigo la ternura de un hermano, la ternura de un amigo; y María, tu Madre, te amará como a una hija. ¡Ánimo, pues! Empieza de una vez a amarme con todo tu corazón, y verás cuán dulces son los frutos de mi amor.
Nenhum comentário:
Postar um comentário
Salve Maria!
Muito obrigado por ter prestigiado nosso blog com sua visita!
Não aceitamos comentários maldosos ou contrários a fé Católica, comentários deste tipo serão excluídos e relatados como spam.
Opiniões, críticas construtivas, sugestões, perguntas e testemunhos, iremos responder assim que der. Agradecemos a atenção.
Milícia Regina Angelorum