terça-feira, 13 de agosto de 2024

Jesús hablando al corazón de las hijas de María - 26º Capítulo

 

Cuánto debe una hija de María pensar en su Madre Santísima

    I. Hija mía, donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón, allí estarán tus pensamientos; si amas a María, tu dulce Madre, lo mínimo que podrás hacer es pensar muchas veces en ella y meditar frecuentemente en sus admirables perfecciones. En verdad, es muy dulce pensar en nuestros amigos y familiares; recordar todo lo que les interesa; decirse a uno mismo que es estimado por ellos. ¿No serán tus delicias pensar en María, tu Madre; en sus virtudes, en sus grandezas, en su bondad, en sus beneficios, en el amor que ella te tiene? Además de las consolaciones que experimentarás en este piadoso ejercicio, será de gran utilidad para ti; porque alimentará tu amor y te incitará poderosamente al amor de María. Sucede con las obras muy perfectas que, cuanto más se examinan, más bellas y admirables nos parecen; así, cuanto más te apliques a considerar los privilegios y virtudes de María, tanto más embelesada te sentirás en su belleza; en su bondad, en sus inefables perfecciones. Por lo tanto, hija mía, en el futuro dedícale más cuidado, de lo que hasta ahora, a las meditaciones sobre las virtudes y glorias de María: que esta sea una de tus ocupaciones más dulces. Al menos pruébalo, y verás cuánto provecho y consolación sacarás.

    II. Si por ti misma no te sientes capaz de formar consideraciones sobre las virtudes y perfecciones de María, no faltan libros, escritos por hombres piadosos y sabios, que te darán gran ayuda. Acude, pues, a ese medio tan fácil, para avanzar cada vez más en el conocimiento y amor de tu Madre amabilísima. De tantos libros que tratan sobre las excelencias de María es imposible que no encuentres alguno apropiado a tus necesidades, del cual puedas sacar gran provecho para tu salvación. Léelo con atención y muchas veces, no por espíritu de curiosidad, sino para alimentar y fervorizar tu devoción a María. Verás qué maravillosos efectos produce esta lectura en tu alma. Al leer los sentimientos de amor y confianza con los que se inflamaban mis santos hacia María, al leer el fervor que mostraban en agradarle y la tierna afecto con que María recompensaba sus esfuerzos, concebirás seguramente un vivo deseo de imitarlos, para participar de las gracias y favores que recibieron de esta generosa soberana. ¡Oh, cuántas personas por este medio se han convertido en grandes servidoras de María! ¡Cuántas han cambiado de vida y reformado sus costumbres! Lo mismo te sucederá, oh hija mía, si sabes aprovecharte de los buenos libros que hablan de María, que tratan de su amabilidad extrema y de los inestimables bienes que debemos esperar de su protección. Repito, no menosprecies un medio tan fácil y tan eficaz.

    III. Me dirás quizás que no tienes tiempo para dedicarte a estas lecturas. Pero... sabes muy bien encontrar tiempo para leer muchas otras obras, en las que quizás encuentras deleites y de las que no sacarás el menor provecho, y ¿no tendrías tiempo para leer los libros que hablan de las virtudes y grandezas de tu Madre dulcísima?! Te diré, hija mía, que muestras en esto cuánto poco amas a tu Madre; de lo contrario, no serías tan ávida de lecturas profanas y, al mismo tiempo, tan indiferente hacia lecturas que no pueden dejar de ser deliciosas para los verdaderos servidores de María. ¿Y qué pasaría si tuvieras la desgracia de tomar gusto por libros que ofenden la moral o atacan la verdad de mi santa Religión? ¿Podría acaso ser perdonable en una hija de María, que debe mostrarse tan celosa por la pureza y por mi honra? ¡Oh, hija mía, nunca acerques tus labios a esas fuentes impuras de libertinaje e impiedad, si quieres conservar tu inocencia; pero dedícate a la lectura de libros que te instruyan en la virtud, que te confirmen en la fe y que hagan nacer en tu corazón mi amor y el de María!

FRUTO
    Lee muchas veces, y al menos todos los sábados, alguna obra sobre la Santísima Virgen: Las Glorias de María, por ejemplo, de San Alfonso de Ligorio. La verdadera devoción a María, de Segneri; los Estímulos del amor de María SS., por el P. Teodoro d'Almeida, u otras semejantes; y, en su defecto, sirve de este mismo libro. Léelo pausadamente; detente en consideraciones y de la lectura saca resoluciones prácticas. San Juan Berchmans amaba deliciosamente este tipo de lecturas. Y por eso, ¿cuánto fruto no sacó de ellas! Para empezar, lee hoy, al menos durante un cuarto de hora, algún libro cuyo tema sea María Santísima.

AFECTOS
    ¡Oh! ¿Cuántos progresos habría hecho en vuestro amor, amada María, si en lugar de leer tantos libros profanos e inútiles, me hubiera dedicado a la lectura de los libros que tratan de vuestras amables perfecciones! ¡Cuánto habría mejorado mi proceder si hubiera meditado frecuentemente vuestras excelentes virtudes! ¡Ah! Os conocí tarde, os amé tarde. ¡Oh, Madre mía y amabilísima Señora! Pero ahora que empiezo a conoceros y a amaros, haré todo lo posible para amaros y conoceros cada vez más. Sí, os prometo que de hoy en adelante mis delicias serán pensar en vosotros, pensar en el amor que me tenéis, meditar en vuestras virtudes y aprender lo que debo practicar para agradaros. ¡Ah, Madre amorosísima, ayúdame para que esta resolución no quede solo en palabras y para que saque de ella los frutos que debo!

ORACIÓN JACULATORIA
"Virgen María, haced que yo os conozca, haced que yo os ame."

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