María provee a las necesidades temporales de sus hijas
I. Has visto, hija mía, que si amas a María con todo tu corazón, te alcanzará la salvación y todas las gracias necesarias para la salvación. Ahora añado, para tu consuelo, que también encontrarás en María una Madre atenta a tus necesidades temporales y que en la tierra te procurará todo el consuelo compatible con la felicidad eterna. Y, en verdad, María no puede ignorar tus necesidades. No negarás que puede socorrerte, pues puede obtener todo de mí y de mi divino Padre. Una sola cosa podría temerse, y es que María no quisiera ocuparse de lo que respecta a tu remedio temporal, como de algo indigno de su desvelo. Pero, ¿por qué no se ocuparía también de esto María? No ignoras cuán atentas son las madres en proveer todas las necesidades de sus hijos, tanto las más pequeñas y ordinarias, como las más considerables. ¡Y María, que te ama mucho más de lo que podría amarte la madre más tierna, iba a dejarte entregada a tus necesidades temporales sin remediarlas!
II. Recuerda lo que ocurrió en las bodas de Caná, cómo María acudió con delicias y abundancia a la necesidad inesperada y aflictiva de los esposos; y de ahí concluye con cuánto ardor y desvelo proveerá a todas tus necesidades temporales, si la amas con todo tu corazón y en ella pones toda tu confianza. No imagines que María, por estar tan elevada en el cielo, desprecia bajar la mirada hacia la tierra. No, ni por eso ha perdido su ternura; al contrario, la ha perfeccionado aún más. Y luego, si mi divino Padre no considera indigno de su majestad alimentar a las aves del cielo y vestir con brillantes colores el lirio de los campos, ¿cómo habría María de negarse a mirar por las necesidades temporales de sus hijos y a interponer su mediación para hacer descender con más abundancia las bendiciones del cielo sobre ellos? ¡Ah! Hija mía, pregunta a tus antepasados, y ellos te dirán cuántas gracias temporales obtuvieron de María: recorre los anales del mundo, y verás el cuidado que siempre ha tenido por el bien temporal de sus queridos hijos; entra en sus santuarios, y verás cuántas enfermedades encontraron cura en su poder y bondad; cuántas personas afligidas le pidieron, con feliz resultado, el alivio de sus infortunios; cuántos, después de haberla implorado sinceramente, vieron disiparse la tormenta; cuántos fueron escuchados en sus votos. ¿Y por qué se la llama tan frecuentemente Madre de la divina Providencia, sino porque provee a todas las necesidades de quienes a ella recurren devotamente? Entonces, ¿se olvidará de ti, su hija, amándola tú con toda la sinceridad de tu corazón?
III. Oh, ¿cuándo te entregarás a los cuidados y al tierno desvelo de una Madre tan cuidadosa y compasiva? Ella te llevará en brazos como a una hijita, alejando de ti todo lo que pueda perjudicarte, primero a tu alma y luego a tu cuerpo. Se ocupará de tu honra y salud; te asistirá en los trabajos y empresas; te aclarará las dudas y te consolará en las aflicciones. En una palabra, dispondrá todas las cosas con fuerza y suavidad, de manera que todo te acontezca para mayor ventaja espiritual y temporal. Así como el árbol plantado junto a una corriente de agua pura, tus ramas serán ramas de honra y de gracia, y todas tus obras serán bendecidas por Dios. Si el bien de tu alma requiere que padezcas alguna enfermedad o tribulación, María te alcanzará la fuerza para soportarla con paciencia, y así crecerás en gracia en esta vida y en gloria en la eterna. Deposita, pues, hija mía, todas tus ansiedades en el seno de María; ella cuidará de ti, y tanto más te ayudará cuanto más te entregues en sus manos con toda confianza. Ámala como buena hija, que ella te amará como tierna Madre: procura agradarle, que ella procurará hacerte feliz en esta vida y en la otra.
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