terça-feira, 13 de agosto de 2024

Jesús hablando al corazón de las hijas de María - 12º Capítulo

 

Prontitud de María para escuchar las oraciones de sus hijos

    I. María es poderosísima ante Dios, pero ¿de qué te serviría su poder si ella no te prestara atención y se negara a escuchar tus oraciones? ¿Sería esta Madre toda ternura y cuidado, si, pudiendo, no quisiera socorrerte y te abandonara en medio de tus más urgentes necesidades? Mira, hija mía, si es posible suponer tal indiferencia en esta querida Madre, en María, que tanto te amó y que siempre tuvo un corazón tan tierno y compasivo, que nunca nadie sintió sus propias penas tan vivamente como ella sintió las de los demás. ¿Será por estar en la gloria que no querría mirar tu pequeñez? ¡Ah! Si María se mostró tan buena y clemente mientras vivió en la tierra, ¡cuánto más clemente no será ahora que reina en el cielo, donde le es más fácil conocer y aliviar tus males! Y ¿quién más que María, tu dulce Madre, desea socorrerte en tus necesidades? Asegúrate, hija mía, de que, así como ella es más poderosa que todos los santos juntos, así también desea ardientemente tu bien y nunca será invocada en vano.

    II. ¿Y quién impedirá a María escucharte todas las veces que la invoques desde el fondo de tu corazón? ¿Tus numerosísimas culpas? No, no. Ella se muestra benigna y clemente con todos sin excepción y se compadece ternamente de las faltas de todos. En su inmensa caridad se hizo todo para todos, se convirtió en deudora de todos, no solo de los justos, sino también de los pecadores; a todos les abre los tesoros de su misericordia para que participen de la plenitud de su gracia. ¿Quién, en verdad, recurrió a María, que no fuera escuchado? ¿Quién dejó de ser acogido con bondad? Recorre cuidadosamente las páginas evangélicas y verás si encuentras en María dureza o austeridad; interroga todas las edades, todos los siglos, y dime si alguna vez algún pecador, por malo que fuera, se dirigió en vano a María. Y si tu Madre es llena de bondad, gracia, mansedumbre y misericordia para todos los que la invocan, ¿qué será ella para ti, a quien has puesto todo tu amor y toda tu confianza en ella? ¡Ah! Si alguna vez has implorado su amparo sin que ella te extendiera su mano compasiva, consiento en que para siempre olvides su gran misericordia.

    III. Si amas a María con un amor verdaderamente filial, no solo la encontrarás siempre pronta para escucharte, sino que, si es necesario, ella será aún más pronta para volar en tu socorro que tú misma al invocarla; adelantará tus deseos, velará por ti y te protegerá aún antes de que pienses en implorarla. ¿Recuerdas lo que hizo en las bodas de Caná? Al darse cuenta de que faltaba el vino, recurrió a mi omnipotencia sin que nadie se lo pidiera. —Ahora, si hizo tanto por una causa temporal para evitar algún inconveniente a los esposos que la habían invitado, ¿qué no hará ella por la salvación eterna de una hija que se le ha dedicado por completo? ¡Ah, hija mía, no comprendes que esta buena Madre desea tu bien aún más de lo que tú misma lo deseas, y que dejar de recurrir a ella por miedo a no ser escuchada es hacerle una injuria? Aquí tienes, pues, con cuánta confianza y certeza puedes y debes recurrir a María. Aquí tienes lo que puedes esperar en tus necesidades si a ella recurres con toda la efusión de tu corazón. Pero observa también cuánto debes amar a una Madre tan poderosa y tan dulce, que puede y quiere hacerte toda clase de bienes.

FRUTO
    Sé pronta en recurrir a María en tus necesidades. Si tarda en despacharte, no te desanimes, sino redobra la confianza y el fervor; porque, como buena Madre, le gusta ser instada e importunada por sus hijos. Cuando le hacemos insistencias, es señal de que sentimos vivamente nuestras necesidades, que deseamos ardientemente su protección y que confiamos en su bondad. Esfuérzate en eliminar los obstáculos que puedan retrasar el efecto de tus oraciones, y después de esto, estate segura de que, si la gracia que pides es útil para tu salvación eterna, tu buena Madre no dejará de darte a su debido tiempo todo lo que haya diferido hasta ahora, e incluso mucho más. Cuando San Francisco de Sales, en su juventud, se afligía por una gran tribulación del espíritu que ponía en peligro su salvación, recurrió finalmente a María con toda confianza y pronto quedó libre de la tentación, recuperando la paz del corazón y la tranquilidad del alma. —Visita hoy una imagen de María y pídele a tu Madre queridísima que te obtenga la gracia de corregir algún defecto en el que sueles caer.

AFECTOS
    Mi dulce esperanza, mi Madre amantísima, ¿cómo no amar a mi Madre, de quien todo tengo que esperar? ¿Dónde encontraría yo una madre más poderosa que tú, y al mismo tiempo más pronta para escucharme? Ahora reconozco cuánto erré en no haberte amado siempre y en no haberte recurrido siempre en mis necesidades. ¿Cuántas gracias no habría obtenido de Dios por tu intercesión? Pero ahora estoy decidida a amarte y servirte con el afecto más extremo y a nunca dejar de dirigirme a ti con confianza en todas mis necesidades. Virgen clemente, no me desprecies; sino escucha el pedido que ahora te hago de no apartarme nunca de estas resoluciones.

ORACIÓN JACULATORIA
"¡Oh Virgen bendita, obtenme la gracia de recurrir siempre a ti!"

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