terça-feira, 6 de agosto de 2024

Mes del Inmaculado Corazón de María - Día 15

 

Oración inicial para todos los días

  • Por la señal de la Santa Cruz...

    Dios te salve, oh Purísima Virgen María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Ofrecedle, oh Santísima Madre mía, todos mis pensamientos, palabras y obras; todas las oraciones, súplicas y limosnas, todos los actos de piedad, mortificación y caridad que haré en toda mi vida y particularmente en este día. Alcánzame la gracia de hacer todo con tal pureza de intención y deseo de agradar a Dios, nuestro Señor, que me atraiga Su santa bendición. Todo lo consagro a tu Corazón Inmaculado, suplicándote que me alcances la gracia de que adore con él a la Santísima Trinidad y al Divino Corazón de Jesús, y al mismo tiempo, implore por él la gracia de mi conversión y la de todos los pecadores; oh Santísima Virgen María, ¡mi buena Madre! Guárdame siempre de toda culpa y ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte; y acógenos en tu maternal Corazón, y no nos sueltes de tu mano hasta introducirnos en la Patria celestial, donde podamos disfrutar de la vista del Señor y de tu compañía por toda la eternidad. Amén.

 

    Oh Inmaculada Virgen María, concebida sin pecado, acudimos a ti para que supliques al Eterno Padre que nos conceda el perdón de todos nuestros pecados. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Purísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡afectuosamente te suplicamos que alcances de tu Divino Hijo Jesús la pronta conversión de todos los pecadores! Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Santísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡por tu clementísimo Corazón, pide al Espíritu Santo que nos inflame en Su divino Amor, para que todos perseveremos en la gracia del Señor hasta la muerte! Amén. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

Dia 15

 Corazón de María, traspasado por la espada del dolor

    “El jueves llegó, víspera de la Pasión y muerte del Salvador. Antes del amanecer, el Señor llamó a Su Santísima Madre, quien se postró a Sus pies, como solía, diciéndole: Habla, Señor mío, que Tu sierva escucha. Su Hijo Santísimo la levantó del suelo donde se había postrado y con gran amor y serenidad le dijo: Madre mía, ha llegado la hora marcada por la eterna sabiduría de Mi Padre para realizar la salvación y redención humana que Su santa y agradable voluntad Me confió; es justo que se haga el sacrificio de la nuestra, que tantas veces Te ofrecimos. Dame licencia para ir a padecer y morir por los hombres, y ten por bien, como verdadera Madre, que Yo me entregue a Mis enemigos para cumplir la obediencia de Mi eterno Padre. Por esta misma obediencia, coopera Conmigo en la obra de la salvación eterna, pues de tu virginal seno recibí la forma de hombre susceptible y mortal, en la cual he de redimir al mundo y satisfacer la divina justicia. (...) Estas y otras razones expresadas por nuestro Salvador traspasaron el amantísimo Corazón de la Madre de la vida, comprimiéndolo en la más apretada prensa de dolor que hasta entonces había sufrido. Llegó la hora, y su dolorosa pena no podía apelar ni al tiempo, ni a otro tribunal superior, pues el decreto infalible del Eterno Padre había destinado aquel tiempo para la muerte de Su Hijo. (...) Con magnanimidad de Reina, sin embargo, superando su invencible pena, volvió a postrarse a los pies de Su Hijo y Maestro divino, los besó con suma reverencia y le respondió: Señor y Dios altísimo, Creador de todo lo que existe, Soy Tu esclava, aunque seas hijo de Mis entrañas, porque Tu dignación de inefable amor me elevó del polvo a la dignidad de Madre Tuya. Es razón que esta pobre criatura sea reconocida a Tu liberal clemencia y obedezca a Tu voluntad y a la del Eterno Padre. Me ofrezco resignada a Tu divino beneplácito, para que en Mí y en Ti, Mi Hijo y Señor, se cumpla Su eterna y agradable voluntad. El mayor sacrificio que puedo ofrecer será no morir contigo y en tu lugar, pues sufrir a Tu imitación y en Tu compañía será gran alivio para mis penas que, a la vista de las tuyas, se volverán agradables. Para sufrir, bastaría no poder aliviarte en los tormentos que por la salvación humana has de padecer. Recibe, oh bien mío, el sacrificio de mis deseos y que quedando viva, vea morir a Ti, el Cordero inocentísimo, figura y sustancia de Tu Eterno Padre. Recibe también el dolor de ver la inhumana crueldad del pecado cayendo sobre Tu dignísima Persona por mano de Tus crueles enemigos. (...) Oh, Mi Hijo, bien infinito de mi alma! Dale fuerzas a Tu afligida Madre, y acéptala como Tu discípula y compañera, para participar en Tu Pasión y Cruz. Con Tu sacrificio, reciba el eterno Padre el mío, como Madre Tuya.” (MCD Tomo III, n 1143, 1144 y 1145.)

    Ramillete espiritual: No me quejaré de ninguna disposición de la Divina Providencia, procuraré, en cambio, unir mi voluntad con la de Dios en todas las cosas.

  Oraciones finales para todos los días

    Oh misericordiosísimo Corazón de María, Arca de salvación preservada del naufragio universal de la culpa: Santísima Madre de Jesús y refugio seguro de todos los pecadores, intercede por nosotros y el Señor nos perdonará. Grandes pecadores somos, es verdad; pero por eso necesitamos de una gran misericordia como la vuestra. Vos sois la Madre de la santa esperanza, y por eso esperamos de Vos que nos alcanzaréis del buen Jesús la gracia de una verdadera conversión. ¡Oh dulce Madre y abogada nuestra! Por difícil y desesperada que parezca nuestra causa, no se perderá si Vos la defendéis. Nosotros somos unos hijos delincuentes, pero Vos sois nuestra Madre llena de gracia; nosotros estamos cargados de miserias, pero Vos sobreabundáis en misericordias. ¡Oh Santísima Virgen María! Pedid al Señor perdón para todos los pecadores, tomad a vuestro cargo su pronta reconciliación, para que alcancen la divina gracia y luego la eterna gloria. Por último, os pedimos la perseverancia final para los justos, a fin de que consigamos, por vuestra poderosa mediación, una feliz y santa muerte en el abrazo del Señor y disfrutar luego de Él en vuestra compañía y en la de todos los elegidos por toda la eternidad. Y para más obligar vuestra maternal piedad, os saludamos con toda efusión de nuestros corazones diciéndoos: Dios te salve, Reina, Madre de misericordia...

 

    Pedir con viva Fe y confianza a la Señora la gracia particular que cada uno desea obtener para sí, pidiendo al mismo tiempo por la conversión de los pecadores y en particular de los que fueron recomendados a nuestras oraciones, todo por la mediación y méritos del purísimo Corazón de María. – Se hace una pausa –

    Ahora dirigimos las siguientes preces al misericordiosísimo Corazón de María y se responderá: Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.

 

Corazón de María, concebido sin pecado, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.
Corazón de María, lleno de gracia,
Corazón de María, santuario de la Santísima Trinidad,
Corazón de María, Tabernáculo del Verbo Encarnado,
Corazón de María, el más semejante al Corazón de Jesús,
Corazón de María, abismo de humildad,
Corazón de María, modelo de pureza e inocencia,
Corazón de María, holocausto del divino amor,
Corazón de María, Espejo de todas las perfecciones divinas,
Corazón de María, mar de penas y amarguras,
Corazón de María, traspasado con la espada de dolor,
Corazón de María, martirizado en el Calvario,
Corazón de María, triste y desconsolado a los pies de la Cruz,
Corazón de María, Consuelo de los afligidos,
Corazón de María, fortaleza de los tentados,
Corazón de María, escudo y protección de los devotos,
Corazón de María, terror y espanto de los demonios,
Corazón de María, iris de paz entre Dios y los hombres,
Corazón de María, Paraíso de celestiales delicias,
Corazón de María, trono de gloria,
Corazón de María, digno de toda veneración en el cielo y en la tierra,
Corazón de María, asilo seguro y dulce refugio de todos los pecadores, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores. (Esta última invocación se repite dos veces más)

 

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santísima Virgen María, Madre de Dios. No desprecies nuestras humildes súplicas en nuestras necesidades, sino líbranos de todos los peligros espirituales y corporales; ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

 

V. María Inmaculada, mansa y humilde de Corazón
R. Haced nuestro corazón semejante al Corazón de Jesús


    Oremos.

    Clementísimo Dios, que para salvación y misericordioso refugio de los pecadores quisiste que la caridad y misericordia del Corazón Inmaculado de la bienaventurada Virgen María fueran las más semejantes a las del Corazón de Su Divino Hijo Jesucristo, conceded, a los que celebramos la memoria de Su dulcísimo Corazón, que por los méritos e intercesión de la Bienaventurada Virgen merezcamos ser hallados según el Corazón de Jesús. Por el mismo Cristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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