terça-feira, 6 de agosto de 2024

Mes del Corazón Inmaculado de María - Día 25

 

Oración inicial para todos los días

  • Por la señal de la Santa Cruz...

    Dios te salve, oh Purísima Virgen María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Ofrecedle, oh Santísima Madre mía, todos mis pensamientos, palabras y obras; todas las oraciones, súplicas y limosnas, todos los actos de piedad, mortificación y caridad que haré en toda mi vida y particularmente en este día. Alcánzame la gracia de hacer todo con tal pureza de intención y deseo de agradar a Dios, nuestro Señor, que me atraiga Su santa bendición. Todo lo consagro a tu Corazón Inmaculado, suplicándote que me alcances la gracia de que adore con él a la Santísima Trinidad y al Divino Corazón de Jesús, y al mismo tiempo, implore por él la gracia de mi conversión y la de todos los pecadores; oh Santísima Virgen María, ¡mi buena Madre! Guárdame siempre de toda culpa y ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte; y acógenos en tu maternal Corazón, y no nos sueltes de tu mano hasta introducirnos en la Patria celestial, donde podamos disfrutar de la vista del Señor y de tu compañía por toda la eternidad. Amén.

 

    Oh Inmaculada Virgen María, concebida sin pecado, acudimos a ti para que supliques al Eterno Padre que nos conceda el perdón de todos nuestros pecados. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Purísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡afectuosamente te suplicamos que alcances de tu Divino Hijo Jesús la pronta conversión de todos los pecadores! Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Santísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡por tu clementísimo Corazón, pide al Espíritu Santo que nos inflame en Su divino Amor, para que todos perseveremos en la gracia del Señor hasta la muerte! Amén. Dios te salve, María... Gloria al Padre...


 Día 25
Corazón de María, nuestra Madre amantísima

    “Una joven de Jerusalén, hija de padres humildes y pobres, se convirtió entre los primeros cinco mil fieles que recibieron el bautismo. Esta pobre joven, mientras cuidaba de los trabajos domésticos, enfermó y así continuó por muchos días sin mejorar. Por esta razón, como suele suceder con otras almas, se fue enfriando el primer fervor y, descuidándose, cometió algunos pecados y perdió la gracia bautismal. (...) El demonio se apareció a la joven en la forma de otra mujer para engañarla y, entre muchos halagos, le aconsejó que se alejara de aquella gente que predicaba al Crucificado y que no les diera crédito porque la engañaban en todo lo que decían. Si no los dejaba, sería castigada por los sacerdotes y jueces. (...) La joven respondió: Haré lo que me dices, pero con aquella Señora, que vi con esos hombres y mujeres, y que me parece tan hermosa y buena, ¿cómo debo proceder? La amo mucho. El demonio replicó: Esta es la peor de todas, la primera que debes aborrecer, y lo más importante es que huyas de sus engaños. Este veneno mortal de la antigua serpiente infectó el alma de aquella ingenua palomita, y en vez de mejorar en la salud, fue empeorando. (...) Uno de los setenta y dos discípulos que andaban visitando a los fieles, supo de la grave enfermedad de aquella mujer. (...) El discípulo entró para verla y animarla con palabras santas. La enferma, sin embargo, estaba tan dominada por los demonios que no quiso recibirlo ni escucharlo, y mientras él le hablaba, se volvía y se tapaba para no oírlo. El discípulo reconoció por esos signos la perdición de la enferma, aunque ignoraba la causa. Inmediatamente fue a comunicar al apóstol San Juan, quien sin demora fue a visitar a la joven, amonestándola con palabras de vida eterna. Le sucedió lo mismo que al discípulo; ambos fueron resistidos con obstinación. (...) El apóstol, muy afligido, fue a dar noticia a María Santísima y a pedirle remedio. La gran Reina dirigió su visión interior a la enferma y conoció el infeliz y peligroso estado de aquella alma, y cómo el enemigo la había dominado. Se compadeció la piadosa Madre de aquella ovejita (...) y postrada en tierra rezó y pidió la conversión de la miserable joven. El Señor, sin embargo, no respondió a esta petición de Su Madre Santísima, no porque Sus ruegos no le fueran agradables, sino porque sí lo eran. Se hizo sordo para continuar escuchando Sus clamores, y para mostrarnos cuál era la caridad y prudencia de la gran Maestra y Madre en las ocasiones en que necesitaba usarlas. La dejó en el estado ordinario, sin añadirle luz sobre lo que le pedía. Ni por esto Ella desistió, ni enfrió Su caridad ardentísima, entendiendo que el silencio del Señor no era motivo para faltar a Su oficio de Madre, mientras no conociera expresamente la voluntad divina. (...) Ordenó a uno de sus santos Ángeles que fuera a ayudar a aquella alma; que la defendiera de los demonios y la exhortara con santas inspiraciones a dejar sus engaños, convirtiéndola a Dios. El Ángel desempeñó esta embajada con la rapidez con que obedecen a la voluntad del Altísimo. No obstante, con todas sus diligencias angélicas, no pudo convertirla. Un alma puede llegar a tal estado si se entrega al demonio (...) La piadosa Madre se afligió mucho (...) Se retiró de nuevo para pedir la salvación de aquella alma engañada. Se postró en tierra y dijo: “Señor mío y Dios de misericordia, aquí está este vil bicho de la tierra; castigadme, afligidme a mí, pero no permitáis que esta alma marcada con las primicias de vuestro Sangre, engañada por la serpiente, se convierta en despojo de su maldad y del odio que tiene contra vuestros fieles.” María Santísima permaneció algún tiempo en esta oración, pero para probar Su generoso Corazón y caridad para con el prójimo, el Señor no le respondió. (...) La gran Señora resolvió entonces ir personalmente a socorrerla. Propuso esta resolución al Señor, en la oración que hizo por ella. Aunque no recibió respuesta de Dios, pero siendo el caso tan legítimo, se levantó para salir del aposento e ir con San Juan a la casa de la enferma (...) En el instante en que la Reina de los Ángeles llegó, los espíritus malignos huyeron como relámpagos, atropellándose unos a otros con terribles rugidos. La poderosa Señora les ordenó descender al abismo hasta que le permitiera salir de él. Sin poder resistirle, así lo hicieron. La Madre piadosísima se acercó a la enferma, la llamó por su nombre, tomó su mano y le dirigió palabras consoladoras de vida que la reanimaron y la hicieron volver en sí. (...) La pobre joven rompió en llanto de arrepentimiento y le pidió que la protegiera de aquel peligro, estando dispuesta a hacer todo lo que le mandara. La gran Señora la hizo protestar la fe en Cristo, nuestro Señor, y hacer un acto de contrición para confesarse y recibir los Sacramentos, llamando a los Apóstoles para administrárselos. La feliz mujer, repitiendo actos de contrición y amor, invocando a Jesús y a Su Madre, que la asistía, expiró en las manos de su Protectora, que con Ella permaneció dos horas para que el demonio no volviera a engañarla. Tan eficaz fue este socorro que no solo la convirtió al camino de la vida eterna, sino que le alcanzó tantos auxilios que aquella feliz alma partió libre de culpa y pena.” (MCD Tomo IV, n 161 a 167)

    Ramalhete espiritual: Rezare hoy especialmente alguna oración por los agonizantes. Pediré todos los días a mi Buena Madre, para mí y mi familia, la gracia de la perseverancia final.

  Oraciones finales para todos los días

    Oh misericordiosísimo Corazón de María, Arca de salvación preservada del naufragio universal de la culpa: Santísima Madre de Jesús y refugio seguro de todos los pecadores, intercede por nosotros y el Señor nos perdonará. Grandes pecadores somos, es verdad; pero por eso necesitamos de una gran misericordia como la vuestra. Vos sois la Madre de la santa esperanza, y por eso esperamos de Vos que nos alcanzaréis del buen Jesús la gracia de una verdadera conversión. ¡Oh dulce Madre y abogada nuestra! Por difícil y desesperada que parezca nuestra causa, no se perderá si Vos la defendéis. Nosotros somos unos hijos delincuentes, pero Vos sois nuestra Madre llena de gracia; nosotros estamos cargados de miserias, pero Vos sobreabundáis en misericordias. ¡Oh Santísima Virgen María! Pedid al Señor perdón para todos los pecadores, tomad a vuestro cargo su pronta reconciliación, para que alcancen la divina gracia y luego la eterna gloria. Por último, os pedimos la perseverancia final para los justos, a fin de que consigamos, por vuestra poderosa mediación, una feliz y santa muerte en el abrazo del Señor y disfrutar luego de Él en vuestra compañía y en la de todos los elegidos por toda la eternidad. Y para más obligar vuestra maternal piedad, os saludamos con toda efusión de nuestros corazones diciéndoos: Dios te salve, Reina, Madre de misericordia...

 

    Pedir con viva Fe y confianza a la Señora la gracia particular que cada uno desea obtener para sí, pidiendo al mismo tiempo por la conversión de los pecadores y en particular de los que fueron recomendados a nuestras oraciones, todo por la mediación y méritos del purísimo Corazón de María. – Se hace una pausa –

    Ahora dirigimos las siguientes preces al misericordiosísimo Corazón de María y se responderá: Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.

 

Corazón de María, concebido sin pecado, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.
Corazón de María, lleno de gracia,
Corazón de María, santuario de la Santísima Trinidad,
Corazón de María, Tabernáculo del Verbo Encarnado,
Corazón de María, el más semejante al Corazón de Jesús,
Corazón de María, abismo de humildad,
Corazón de María, modelo de pureza e inocencia,
Corazón de María, holocausto del divino amor,
Corazón de María, Espejo de todas las perfecciones divinas,
Corazón de María, mar de penas y amarguras,
Corazón de María, traspasado con la espada de dolor,
Corazón de María, martirizado en el Calvario,
Corazón de María, triste y desconsolado a los pies de la Cruz,
Corazón de María, Consuelo de los afligidos,
Corazón de María, fortaleza de los tentados,
Corazón de María, escudo y protección de los devotos,
Corazón de María, terror y espanto de los demonios,
Corazón de María, iris de paz entre Dios y los hombres,
Corazón de María, Paraíso de celestiales delicias,
Corazón de María, trono de gloria,
Corazón de María, digno de toda veneración en el cielo y en la tierra,
Corazón de María, asilo seguro y dulce refugio de todos los pecadores, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores. (Esta última invocación se repite dos veces más)

 

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santísima Virgen María, Madre de Dios. No desprecies nuestras humildes súplicas en nuestras necesidades, sino líbranos de todos los peligros espirituales y corporales; ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

 

V. María Inmaculada, mansa y humilde de Corazón
R. Haced nuestro corazón semejante al Corazón de Jesús


    Oremos.

    Clementísimo Dios, que para salvación y misericordioso refugio de los pecadores quisiste que la caridad y misericordia del Corazón Inmaculado de la bienaventurada Virgen María fueran las más semejantes a las del Corazón de Su Divino Hijo Jesucristo, conceded, a los que celebramos la memoria de Su dulcísimo Corazón, que por los méritos e intercesión de la Bienaventurada Virgen merezcamos ser hallados según el Corazón de Jesús. Por el mismo Cristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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