terça-feira, 6 de agosto de 2024

Mes del Corazón Inmaculado de María - Día 23

 

Oración inicial para todos los días

  • Por la señal de la Santa Cruz...

    Dios te salve, oh Purísima Virgen María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Ofrecedle, oh Santísima Madre mía, todos mis pensamientos, palabras y obras; todas las oraciones, súplicas y limosnas, todos los actos de piedad, mortificación y caridad que haré en toda mi vida y particularmente en este día. Alcánzame la gracia de hacer todo con tal pureza de intención y deseo de agradar a Dios, nuestro Señor, que me atraiga Su santa bendición. Todo lo consagro a tu Corazón Inmaculado, suplicándote que me alcances la gracia de que adore con él a la Santísima Trinidad y al Divino Corazón de Jesús, y al mismo tiempo, implore por él la gracia de mi conversión y la de todos los pecadores; oh Santísima Virgen María, ¡mi buena Madre! Guárdame siempre de toda culpa y ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte; y acógenos en tu maternal Corazón, y no nos sueltes de tu mano hasta introducirnos en la Patria celestial, donde podamos disfrutar de la vista del Señor y de tu compañía por toda la eternidad. Amén.

 

    Oh Inmaculada Virgen María, concebida sin pecado, acudimos a ti para que supliques al Eterno Padre que nos conceda el perdón de todos nuestros pecados. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Purísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡afectuosamente te suplicamos que alcances de tu Divino Hijo Jesús la pronta conversión de todos los pecadores! Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Santísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡por tu clementísimo Corazón, pide al Espíritu Santo que nos inflame en Su divino Amor, para que todos perseveremos en la gracia del Señor hasta la muerte! Amén. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 
Día 23
Corazón de María, en el cual conserváis y lleváis a Cristo

    La permanencia eucarística en María Santísima – “Este raro y prodigioso privilegio consistía en la conservación permanente de las especies sacramentales del Sagrado Cuerpo en el pecho de María Santísima. (...) El modo en que el Altísimo operaba este milagro era el siguiente: cuando María Santísima comulgaba, las especies sacramentales se retiraban del estómago, donde se modifican los alimentos, para que, con lo poco que a veces la gran Señora comía, no se mezclaran ni se alteraran por la digestión. El Santísimo Sacramento se colocaba en el Corazón de María, como retribución por la Sangre que él [el Corazón de María] había administrado en la Encarnación del Hijo de Dios, para la formación de aquella humanidad santísima, con la cual el Verbo Se unió hipostáticamente (...) La comunión de la Sagrada Eucaristía se llama extensión de la Encarnación. Era justo que la feliz Madre que, de modo milagroso y singular, había colaborado en la propia Encarnación del Verbo eterno, participara también, de un nuevo y especial modo, en su extensión en la Eucaristía. El calor del corazón en los seres vivos es muy grande. En el hombre no será menor, por su mayor excelencia, nobleza y larga duración de existencia. Por esto, la naturaleza prevé que el aire modere ese ardor innato, fuente del calor en los seres animados. Siendo así, y siendo perfecto el organismo de nuestra Reina, el calor de Su Corazón era intenso, aumentado aún por los actos de Su inflamado amor. A pesar de esto, las especies sacramentales unidas a Su Corazón no se alteraban ni se consumían. Aunque para conservarlas era necesario multiplicar milagros, no se han de regatear a esta criatura singular, prodigio y conjunto de todos los milagros. Esta gracia comenzó desde la primera comunión que Ella recibió en la Cena [por ministerio de los Ángeles, Nuestro Señor dio la comunión a Su Madre Santísima que no se encontraba presente en la sala de la Última Cena]. Se conservaron aquellas primeras especies hasta que recibió la segunda comunión de las manos de San Pedro, en el octavo día de Pentecostés. Entonces ocurrió que las antiguas especies se consumieron para dar lugar a las nuevas. De este modo milagroso, desde aquel día hasta la última hora de su vida terrena, se sucedieron las especies sacramentales, unas a otras, sin que jamás faltara en Su pecho la presencia de Su Hijo y Dios Sacramentado.” (MCD Tomo IV, n 119 a 125)

    Ramillete espiritual: Cada vez que comulgue, me prepararé con mi Buena Madre procurando hacer mías, en cuanto pueda, las disposiciones de Su Corazón Inmaculado en el momento de la Encarnación del Verbo. En la comunión, le pediré que me dé Su Corazón para recibir más dignamente a Su Hijo Santísimo, mi Señor.

  Oraciones finales para todos los días

    Oh misericordiosísimo Corazón de María, Arca de salvación preservada del naufragio universal de la culpa: Santísima Madre de Jesús y refugio seguro de todos los pecadores, intercede por nosotros y el Señor nos perdonará. Grandes pecadores somos, es verdad; pero por eso necesitamos de una gran misericordia como la vuestra. Vos sois la Madre de la santa esperanza, y por eso esperamos de Vos que nos alcanzaréis del buen Jesús la gracia de una verdadera conversión. ¡Oh dulce Madre y abogada nuestra! Por difícil y desesperada que parezca nuestra causa, no se perderá si Vos la defendéis. Nosotros somos unos hijos delincuentes, pero Vos sois nuestra Madre llena de gracia; nosotros estamos cargados de miserias, pero Vos sobreabundáis en misericordias. ¡Oh Santísima Virgen María! Pedid al Señor perdón para todos los pecadores, tomad a vuestro cargo su pronta reconciliación, para que alcancen la divina gracia y luego la eterna gloria. Por último, os pedimos la perseverancia final para los justos, a fin de que consigamos, por vuestra poderosa mediación, una feliz y santa muerte en el abrazo del Señor y disfrutar luego de Él en vuestra compañía y en la de todos los elegidos por toda la eternidad. Y para más obligar vuestra maternal piedad, os saludamos con toda efusión de nuestros corazones diciéndoos: Dios te salve, Reina, Madre de misericordia...

 

    Pedir con viva Fe y confianza a la Señora la gracia particular que cada uno desea obtener para sí, pidiendo al mismo tiempo por la conversión de los pecadores y en particular de los que fueron recomendados a nuestras oraciones, todo por la mediación y méritos del purísimo Corazón de María. – Se hace una pausa –

    Ahora dirigimos las siguientes preces al misericordiosísimo Corazón de María y se responderá: Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.

 

Corazón de María, concebido sin pecado, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.
Corazón de María, lleno de gracia,
Corazón de María, santuario de la Santísima Trinidad,
Corazón de María, Tabernáculo del Verbo Encarnado,
Corazón de María, el más semejante al Corazón de Jesús,
Corazón de María, abismo de humildad,
Corazón de María, modelo de pureza e inocencia,
Corazón de María, holocausto del divino amor,
Corazón de María, Espejo de todas las perfecciones divinas,
Corazón de María, mar de penas y amarguras,
Corazón de María, traspasado con la espada de dolor,
Corazón de María, martirizado en el Calvario,
Corazón de María, triste y desconsolado a los pies de la Cruz,
Corazón de María, Consuelo de los afligidos,
Corazón de María, fortaleza de los tentados,
Corazón de María, escudo y protección de los devotos,
Corazón de María, terror y espanto de los demonios,
Corazón de María, iris de paz entre Dios y los hombres,
Corazón de María, Paraíso de celestiales delicias,
Corazón de María, trono de gloria,
Corazón de María, digno de toda veneración en el cielo y en la tierra,
Corazón de María, asilo seguro y dulce refugio de todos los pecadores, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores. (Esta última invocación se repite dos veces más)

 

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santísima Virgen María, Madre de Dios. No desprecies nuestras humildes súplicas en nuestras necesidades, sino líbranos de todos los peligros espirituales y corporales; ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

 

V. María Inmaculada, mansa y humilde de Corazón
R. Haced nuestro corazón semejante al Corazón de Jesús


    Oremos.

    Clementísimo Dios, que para salvación y misericordioso refugio de los pecadores quisiste que la caridad y misericordia del Corazón Inmaculado de la bienaventurada Virgen María fueran las más semejantes a las del Corazón de Su Divino Hijo Jesucristo, conceded, a los que celebramos la memoria de Su dulcísimo Corazón, que por los méritos e intercesión de la Bienaventurada Virgen merezcamos ser hallados según el Corazón de Jesús. Por el mismo Cristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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