terça-feira, 6 de agosto de 2024

Mes del Corazón Inmaculado de María - Día 20

 

Oración inicial para todos los días

  • Por la señal de la Santa Cruz...

    Dios te salve, oh Purísima Virgen María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Ofrecedle, oh Santísima Madre mía, todos mis pensamientos, palabras y obras; todas las oraciones, súplicas y limosnas, todos los actos de piedad, mortificación y caridad que haré en toda mi vida y particularmente en este día. Alcánzame la gracia de hacer todo con tal pureza de intención y deseo de agradar a Dios, nuestro Señor, que me atraiga Su santa bendición. Todo lo consagro a tu Corazón Inmaculado, suplicándote que me alcances la gracia de que adore con él a la Santísima Trinidad y al Divino Corazón de Jesús, y al mismo tiempo, implore por él la gracia de mi conversión y la de todos los pecadores; oh Santísima Virgen María, ¡mi buena Madre! Guárdame siempre de toda culpa y ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte; y acógenos en tu maternal Corazón, y no nos sueltes de tu mano hasta introducirnos en la Patria celestial, donde podamos disfrutar de la vista del Señor y de tu compañía por toda la eternidad. Amén.

 

    Oh Inmaculada Virgen María, concebida sin pecado, acudimos a ti para que supliques al Eterno Padre que nos conceda el perdón de todos nuestros pecados. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Purísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡afectuosamente te suplicamos que alcances de tu Divino Hijo Jesús la pronta conversión de todos los pecadores! Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 

    Oh Santísima Virgen María, concebida sin pecado, ¡por tu clementísimo Corazón, pide al Espíritu Santo que nos inflame en Su divino Amor, para que todos perseveremos en la gracia del Señor hasta la muerte! Amén. Dios te salve, María... Gloria al Padre...

 
Día 20
Corazón de María, Puerta del Corazón de Jesús

Los apóstoles, después de la muerte de Jesús, van a postrarse a los pies de la Virgen dolorosa, que estaba recogida en el Cenáculo, esperando por medio de Su Corazón alcanzar el perdón del Señor – “Pedro entró primero, solo. Arrojándose a los pies de la Madre de la gracia, le dijo con gran dolor: He pecado, Señora, porque ante mi Dios ofendí a mi Maestro y a Vos – no pudo continuar, ahogado por las lágrimas, suspiros y sollozos que le venían del fondo del afligido corazón. Viendo a Pedro postrado en tierra, la prudentísima Virgen consideró su situación: penitente de su reciente culpa y jefe de la Iglesia, elegido por Su Hijo santísimo y su vicario. No le pareció conveniente postrarse Ella a los pies del pastor que poco antes había negado a su Maestro, pero Su humildad también exigía darle la reverencia debida a su oficio. Para satisfacer ambas obligaciones, juzgó que convenía prestarle reverencia, ocultando el motivo. Para esto, se puso de rodillas, venerándolo con este acto, y para encubrir su intención, le dijo: Pidamos perdón de vuestra culpa a Mi Hijo y vuestro Maestro. Rezó y animó al apóstol, fortaleció su esperanza recordándole la misericordia que el Señor había demostrado por los pecadores arrepentidos. Le recordó la obligación que le correspondía, como cabeza del colegio apostólico, de confirmar a los otros con su ejemplo en la constancia y confesión de la Fe. Con estas y otras palabras de gran fuerza y dulzura, confirmó a San Pedro en la esperanza del perdón. En seguida entraron los otros apóstoles y, postrados también a los pies de María Santísima, le pidieron perdón por la cobardía con que abandonaron a Su Hijo Santísimo en la Pasión. Amargamente lloraron su pecado, aumentándoles el sentimiento la presencia de la Madre llena de dolorosa compasión. Su admirable semblante, sin embargo, les producía divinos efectos de contrición de las culpas y amor del Maestro. La gran Señora los hizo levantar y los animó, prometiéndoles el perdón que deseaban y Su intercesión para alcanzarlo. Sucesivamente empezaron entonces a contar lo que les había sucedido en la huida, como si la divina Señora ignorase los hechos. A pesar de saberlo todo, Ella los escuchó con benevolencia, aprovechando lo que decían para tocarles el corazón y confirmarlos en la fe de su Redentor y Maestro, despertando en ellos Su divino amor. Todo lo consiguió, porque salieron de Su presencia fervorosos y justificados, con nuevo incremento de gracia.” (MCD Tomo III, n 1457 y 1458)

    Ramillete espiritual: Como María, mi buena Madre, procuraré ser para los de mi entorno el reflejo del Corazón de Jesús, manso y humilde, para ganarlos a todos para mi divino Rey.

  Oraciones finales para todos los días

    Oh misericordiosísimo Corazón de María, Arca de salvación preservada del naufragio universal de la culpa: Santísima Madre de Jesús y refugio seguro de todos los pecadores, intercede por nosotros y el Señor nos perdonará. Grandes pecadores somos, es verdad; pero por eso necesitamos de una gran misericordia como la vuestra. Vos sois la Madre de la santa esperanza, y por eso esperamos de Vos que nos alcanzaréis del buen Jesús la gracia de una verdadera conversión. ¡Oh dulce Madre y abogada nuestra! Por difícil y desesperada que parezca nuestra causa, no se perderá si Vos la defendéis. Nosotros somos unos hijos delincuentes, pero Vos sois nuestra Madre llena de gracia; nosotros estamos cargados de miserias, pero Vos sobreabundáis en misericordias. ¡Oh Santísima Virgen María! Pedid al Señor perdón para todos los pecadores, tomad a vuestro cargo su pronta reconciliación, para que alcancen la divina gracia y luego la eterna gloria. Por último, os pedimos la perseverancia final para los justos, a fin de que consigamos, por vuestra poderosa mediación, una feliz y santa muerte en el abrazo del Señor y disfrutar luego de Él en vuestra compañía y en la de todos los elegidos por toda la eternidad. Y para más obligar vuestra maternal piedad, os saludamos con toda efusión de nuestros corazones diciéndoos: Dios te salve, Reina, Madre de misericordia...

 

    Pedir con viva Fe y confianza a la Señora la gracia particular que cada uno desea obtener para sí, pidiendo al mismo tiempo por la conversión de los pecadores y en particular de los que fueron recomendados a nuestras oraciones, todo por la mediación y méritos del purísimo Corazón de María. – Se hace una pausa –

    Ahora dirigimos las siguientes preces al misericordiosísimo Corazón de María y se responderá: Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.

 

Corazón de María, concebido sin pecado, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores.
Corazón de María, lleno de gracia,
Corazón de María, santuario de la Santísima Trinidad,
Corazón de María, Tabernáculo del Verbo Encarnado,
Corazón de María, el más semejante al Corazón de Jesús,
Corazón de María, abismo de humildad,
Corazón de María, modelo de pureza e inocencia,
Corazón de María, holocausto del divino amor,
Corazón de María, Espejo de todas las perfecciones divinas,
Corazón de María, mar de penas y amarguras,
Corazón de María, traspasado con la espada de dolor,
Corazón de María, martirizado en el Calvario,
Corazón de María, triste y desconsolado a los pies de la Cruz,
Corazón de María, Consuelo de los afligidos,
Corazón de María, fortaleza de los tentados,
Corazón de María, escudo y protección de los devotos,
Corazón de María, terror y espanto de los demonios,
Corazón de María, iris de paz entre Dios y los hombres,
Corazón de María, Paraíso de celestiales delicias,
Corazón de María, trono de gloria,
Corazón de María, digno de toda veneración en el cielo y en la tierra,
Corazón de María, asilo seguro y dulce refugio de todos los pecadores, Rogad, oh Virgen María, por los pobres pecadores. (Esta última invocación se repite dos veces más)

 

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santísima Virgen María, Madre de Dios. No desprecies nuestras humildes súplicas en nuestras necesidades, sino líbranos de todos los peligros espirituales y corporales; ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

 

V. María Inmaculada, mansa y humilde de Corazón
R. Haced nuestro corazón semejante al Corazón de Jesús


    Oremos.

    Clementísimo Dios, que para salvación y misericordioso refugio de los pecadores quisiste que la caridad y misericordia del Corazón Inmaculado de la bienaventurada Virgen María fueran las más semejantes a las del Corazón de Su Divino Hijo Jesucristo, conceded, a los que celebramos la memoria de Su dulcísimo Corazón, que por los méritos e intercesión de la Bienaventurada Virgen merezcamos ser hallados según el Corazón de Jesús. Por el mismo Cristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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